La Boleta de Calificaciones



El día de la reunión de padres las maestras de mi hijo nos leyeron esta reflexión, aquí se las dejó.

Era miércoles, 8:00 am, llegué puntual a la escuela de mi hijo.  -No olviden venir a la reunión, es obligatoria- fue lo que la maestra había dicho un día antes.
Pues qué cree la maestra! ¿ Qué cree que podemos disponer del tiempo a la hora que ella diga? Si supiera qué importante era la reunión que tenía a las 8:30 am de esta dependía un buen negocio y ¡tuve que cancelarla!
Ahí estábamos todos, papás y mamás, la maestra empezó puntual. Agradeció nuestra presencia y empezó a hablar.
No recuerdo qué dijo, mi mente estaba pensando  cómo resolver lo de ese negocio, probablemente podríamos comprar esa nueva televisión con el dinero que recibiría.
-Juan Rodríguez!... escuché a lo lejos.  ¿No está el papá de Juan Rodríguez? dijo la maestra.
-Sí aquí estoy- contesté pasando a recibir la boleta de mi hijo.
Regresé a mi silla  y me dispuse a verla. ¿Para esto vine? ¿ Qué es esto?
La boleta estaba llena de seis y sietes.  Guardé las calificaciones inmediatamente, escondiéndola para que ninguna persona viera las calificaciones de mi hijo.
De regreso a casa aumentó más mi coraje a la vez que pensaba: ¡Si le doy todo, nada le falta, ahora sí le va a ir muy mal!
Me estacioné y salí del carro, entré a la casa, azoté la puerta y grité: ¡Ven acá Juan!
Juan estaba en su recámara y corrió a abrazarme ¡papá…!
-¡Qué papá ni que nada!- Lo retiré de mí, me quité el cincho y no sé cuantos golpes le di, al mismo tiempo que decía lo que pensaba de él.  ¡Y te me vas a tu cuarto!  terminé.
Juan  se fue llorando, su cara estaba roja y su boca temblaba.
Mi esposa no dijo nada, sólo movió la cabeza negativamente y se fue a la mesa a escribir.  Cuando me fui a acostar, ya más tranquilo, mi esposa me entregó la boleta  de calificaciones de Juan, que estaba dentro de mi saco y me dijo: léele despacio y después toma tu decisión.
BOLETA DE CALIFICACIONES PARA EL PAPÁ




El me había puesto seis y sietes, yo me hubiera calificado con menos de cinco.
Me levanté y corrí a la recámara de mi hijo, lo abracé y lloré… Quería regresar el tiempo, pero era imposible. Juanito abrió sus, aún estaban hinchados por sus lágrimas, me sonrió, me abrazó y me dijo: ¡te quiero papá!
Cerró sus ojos y se durmió. Qué duro es ver los errores como padres desde esta perspectiva.
Dios te bendiga
Andrea Carrillo

No hay comentarios:

Publicar un comentario